martes, 1 de abril de 2014

Funeral de Estado por Adolfo Suárez

La asistencia del presidente Obiang Nguema al funeral de Adolfo Suárez causó poco alborozo entre los miembros del gobierno de nuestro país, y de la Casa Real, según dicen. Véase aquí.

Tanto las cámaras de TVE como la mayor parte de reseñas periodísticas "censuraron" referencias al saludo de nuestro monarca y de nuestro presidente de gobierno a este invitado al acto.

Es lógico que, para un acto de Estado, se invite a las representaciones extranjeras en nuestro país y que ellas designen a sus representantes. En principio, que no se limite a la presencia del Embajador de turno y que se desplace el propio presidente del país es muestra de aprecio, buenas relaciones, respeto, amistad. Y eso no tiene porque ser malo.

Otra cosa es el régimen político del país en cuestión. Pero si tenemos relaciones diplomáticas, hay que estar a las duras y a las maduras.

Me vienen a la memoria las magníficas relaciones personales que, en todo momento, dieron muestra Manuel Fraga Iribarne y Fidel Castro. Aunque políticamente estuviesen en las antípodas. O eso parecía.

Lo que me resulta chocante de la noticia, una vez más, es de la coherencia, responsabilidad de Estado, ¿o tibieza?, del PSOE.

Si el ministro de Asuntos Exteriores hubiese seguido siendo Fernando Moratinos, en un gobierno que fuese socialista, en vez de José Manuel García Margallo, ¿qué habría exigido el PP en el Parlamento?.

¿Qué habría dicho el Rouco Varela en su homilía, además de amenazarnos con una nueva guerra civil?. Léase. Si sigue así acabará teniendo razón. Recordemos lo de la quema de iglesias.

¿Qué estarían tratando de divulgar los Francisco Marhuenda, Angel Expósito, Bieito Rubido, Miguel Angel Rodríguez y demás miembros de sus respectivas cohortes?

¿Seguro que no estamos intervenidos?

Cuando leo una noticia como ésta (pinchad en el enlace), me alegra saber que no estamos solos. Que pertenecemos a una organización de mayor envergadura que la del cortijo local y que, aún con prudencia y lentitud (a veces exasperante), vamos avanzando en la dirección correcta.
Que no es otra que ir cediendo la gestión a los que saben y son honrados, defendiendo los intereses de la mayoría.

Confío en que los llamados "hombres de negro" sigan avanzando en sus auditorías y pronto lleguen a preguntar para qué hacen falta tantos políticos en nómina en este país, para qué necesitan tanta empresa pública y tanto asesor, amiguete o compinche asalariado por la cosa pública.

Espero que en algún momento "rasquen" en cuentas opacas, testaferros, coleguillas, nepotismos provincianos y demás parásitos que rodean a esa casta que se ha reconvertido en aristocrática para, con una nueva vuelta de tuerca, convertirla en la nueva ralea presidiaria que todos estamos ansiando ver.

Sobre todo desde que nos creímos lo de la libertad, democracia, trasparencia y justicia.