Nuestra
Constitución fue aprobada en referéndum en 1978 por el 92% de los votantes, que
supusieron el 67% de los convocados incluyendo, por primera vez, a los mayores
de 18 años. Hubo un total de 15,7 millones de votos afirmativos.
Han
transcurrido cuarenta y cinco años. Si sumamos los dieciocho necesarios para
participar, el votante más joven tendría ahora 63 años; o sea, estaría jubilado
o próximo a hacerlo.
La
población actual de nuestro país está cercana a los 48 millones, de los que
aproximadamente diez millones somos mayores de esos 63 años y pudimos votarla. Aplicando
los porcentajes tanto de aprobación como de participación, significa que
actualmente estamos vivos unos seis millones de los que la aprobamos. Eso en lo
numérico.
En
lo “sentimental” hay que tener en cuenta que, entre lentejas o seguir pasando
hambre, la inmensa mayoría elige lentejas. Saliendo de la dictadura, pero con
gobernantes provenientes de esa época, no era muy extraño votarla positivamente, con la esperanza de dar un paso hacia nuestras libertades, aunque fuese
tímido.
Todo quedaba “atado y bien atado”, aunque se pretendiese convencernos de
lo contrario como no hace mucho vimos y escuchamos al sr. Suárez justificando a
la periodista Victoria Prego que, sabiendo que la “soberanía popular” no estaba
por la monarquía parlamentaria, se incluyó esa forma de Estado en el texto
total para que así fuese aprobada pues, siendo el rey el sucesor nombrado por
el dictador, no refrendarlo podía suponer una “grave afrenta” a los
representantes de las instituciones, de consecuencias imprevisibles y temidas.
¿De
verdad hemos superado la dictadura, el franquismo? ¿Esto es una democracia
completa?.¿Seguro que vivimos en libertad?. ¿La soberanía reside en el pueblo?
Entonces…por
qué tanto miedo a la ley de Memoria Histórica?,¿Todavía se pueden molestar los
cachorros herederos del franquismo por si alguien les reclama la herencia?,
porque haberlos, haylos.
¿No
sería hora de que se redactase una nueva Constitución, más acorde con los
tiempos, en libertad, sin vigilancia de los poderes de otras épocas y se
tratase tanto la forma de Estado, como la existencia de organizaciones
progolpistas, como los nombramientos de jueces, el modelo territorial, la ley
electoral, la amnistía, el papel del Ejército….etc., etc.? ¿O todavía no estamos bastante “maduros”?.
¿Debe
mantenerse la Ley de Leyes con el contenido aprobado bajo cierto nivel de
presión durante muchos años más, imponiéndola al resto mayoritario de la
sociedad al que sólo se da la opción de acatarla a pies juntillas según la
interpretación del TC?
En
la votación del Brexit inglés, los jóvenes británicos se quejaban de que se comprometía
su futuro porque se había aprobado por la mayoría de los participantes de mayor
edad, los nostálgicos imperialistas de la era colonial. ¿Ocurre aquí algo
parecido?