Como de costumbre, pero estos días con más intensidad, participamos en discusiones sobre las expectativas que despiertan los líderes de los partidos políticos en nuestro país. Hemos de reconocer que lo de las dos Españas es una constante, probablemente fomentada desde la cúpula de las distintas opciones y alimentado por nuestra fogosidad latina.
Deberíamos ponernos como ejemplo las relaciones reales entre los profesionales de la política, incluso aunque sean rivales. La pregunta que deberíamos hacernos, ya que vivimos y conocemos casos de enfrentamientos y enfriamiento de relaciones entre vecinos, compañeros, amigos y familiares por las distintas opciones, es si estamos perdiendo la capacidad de discusión sensata y razonada.
¿Acaso no seríamos capaces de mantener una relación matrimonial,
de pareja, de amor, de convivencia con una persona con convicciones y actividad
diametralmente opuesta?. Pues los hay. Concretamente, es el caso de Dª
Meritxell Batet , número dos del PSOE en
las elecciones generales y miembro del grupo de negociación, casada con D. José
María Lassalle, Secretario de Estado de Cultura con el gobierno actual del PP. Ambos
tienen un nivel muy alto en sus respectivas estructuras políticas y ¿alguien
cree que en casa tienen discusiones como las que tenemos los demás mortales?.
Probablemente no, porque una cosa es el trabajo y otra la vida.
También hay matrimonios bien avenidos dedicados a la
política, cambiando de opción al unísono, como la pareja Blasco-Císcar. Ambos
en el máximo nivel con el PSOE (él conseller y hermano del presidente de la
Diputación y ella secretaria de Lerma y hermana de conseller y secretario de
organización a nivel nacional) y con el PP (él conseller con Zaplana, Olivas y
Camps y ella directora general, secretaria autonómica y directora del IVAM).
En el primer caso es dudoso que estén en el paro
simultáneamente pero en el segundo es cierto que están con via crucis
judiciales simultáneamente.