martes, 11 de diciembre de 2018

Mi primer libro en valenciano


Al asistir a la presentación de un libro de poemas en valenciano, escrito por un buen amigo, me surgió la duda sobre mi capacidad de entendimiento de un texto en valenciano por lo que opté por buscar un ejemplar que tenía guardado por algún sitio, y así practicar y convencerme sobre la posibilidad de entender adecuadamente los poemas de mi amigo.

Entendí más de lo que pensaba, pero menos de lo que me habría gustado. De entrada te sobrecoge intuir que difícilmente el protagonista, un adolescente, escapará a su fatídico destino. Sorprende las razones que le han llevado a esa situación, pues son acontecimientos ocurridos al final de su andadura y la única relación que tienen con su pasado es el carácter que le han conformado. Aunque el desenlace es el temido y avanzado desde el principio lo aceptas gracias a la serenidad que demuestra el muchacho, más propia de un filósofo que de un niño callejero.

Me llaman la atención el contenido de estos dos párrafos, aunque lamentablemente no por novedosos:
 
Pg. 74: Las vidas estaban siempre en manos de los poderosos, que se servían de toda forma de tortura y persecución contra quien osaba disentir de la verdad establecida por decreto, de la uniformidad mantenida bajo las amenazas del fuego: el fuego temporal de la hoguera – que no se apagaban nunca -, o el fuego perdurable del infierno.
He visto morir a muchos condenados a la hoguera: los quemaban vivos, los quemaban después de retorcerles el cuello, o sus despojos.

Pg. 94: La necesidad nos llevaba a robar e hicimos del pillaje una profesión. De la misma manera que el carpintero iba cada día a la carpintería, el farmacéutico a la farmacia y el banquero al banco, nosotros íbamos a los lugares donde sabíamos que se podía robar una cartera o dar un tirón al monedero de una señora despistada. No teníamos el sentido de la propiedad y pensábamos que todo podía ser de todos: como lo es el agua, el aire, la luz del día.


martes, 14 de agosto de 2018

Por la boca muere el.....Casado



Cuando estalló el escándalo del Máster de Cristina Cifuentes, la presidenta de la Comunidad de Madrid pretendió dar veracidad a su discurso aportando tanto detalle en sus explicaciones que, como dice el refranero popular, “antes se coge a un mentiroso que a un cojo”. La entonces joven promesa del PP, sr. Casado, saltó al ruedo para que no le ocurriese algo parecido tratando de corregir algunas de las deficiencias de su compañera en los detalles sobre su propio Máster, mostrando unos folios encuadernados como prueba de sus trabajos y diciendo (todos lo hemos podido oír en directo y en primera persona, sin interpretaciones) lo siguiente:

1.      Le convalidaron 18 ó 19 asignaturas de las 22 ó 23 de que constaba la titulación.

2.      Como consecuencia de esa convalidación, la Universidad le devolvió el importe de las tasas académicas correspondientes a esas asignaturas.

3.      Quedó exento de ir a clase de las otras cuatro asignaturas y las aprobó, con sobresaliente, en base a unos trabajos que presentó, aún sin haber tenido contacto con los profesores a los que no llegó a conocer e imaginando los desarrollos que podían interesar en base al título de las asignaturas.

Pues bien, a un servidor que ha cursado un Máster y dos doctorados se le plantean las siguientes dudas:

1.      Siendo ingeniero superior de Telecomunicación, con treinta años de experiencia en el sector, ¿cómo es posible que no pudiese convalidar ni una asignatura en un Máster relacionado con mi actividad?. Fácil, un Máster es una especialización actualizada  que exige tener una licenciatura, o ingeniería, que sirve como base a esos estudios avanzados. No tiene ningún sentido que se convalide nada sobre el aporte de la titulación básica necesaria para poder seguir ese curso superior, porque entonces ¿qué nuevos conocimientos se adquieren?, ¿qué valor añadido tiene esa nueva titulación?.

2.      El importe de la matrícula de un curso no se devuelve por la convalidación de asignaturas. Es una tasa que no solo cubre la docencia, sino también la gestión administrativa. Tras matricularte en una asignatura sobre la que pides convalidación, has de justificar los contenidos de la, o las, asignaturas que superaste en su momento y en las que te basas para solicitar esa convalidación. Si te lo conceden, te lo notifican y punto. Es decir, no hay devolución de tasas y, muy importante y relacionado con el siguiente apartado, has de saber el programa de la asignatura al detalle para demostrar que pudiste adquirir esos conocimientos, no basta con imaginarlo.

3.      Cada asignatura aprobada a través de un trabajo exige la propuesta, negociación, delimitación del alcance, envió de borradores, corrección, aclaraciones, etc. antes de ser definitivo. No tener contacto con los profesores no es extraño, es imposible.

En resumen, da la sensación de que, con la experiencia de la compañera de partido, se pretendieron dar unas explicaciones que más bien demostraban que no se conocían muy bien los procedimientos universitarios.

Sigo en contacto con amigos profesores de universidad a los que pregunté por qué, siendo todo tan obvio, no aparecía ningún Rector aclarando todos estos extremos. La respuesta, aunque comprensible, me pareció inquietante, “por corporativismo”, porque ningún Rector querría ser señalado por sus compañeros.

No tengo nada que objetar sobre la licenciatura de Derecho del señor Casado. No tengo datos. Pienso que necesitar siete años para aprobar dos cursos y medio de la carrera puede deberse a numerosos factores (enfermedad, accidente, desmotivación, incapacidad, interrupción temporal, otros estudios, trabajar…), aunque superar los otros dos cursos y medio solo entre dos convocatorias es muy infrecuente y más aún cuando ya se es diputado autonómico.