jueves, 29 de abril de 2021

Elecciones autonómicas en Madrid


 

En el curso 1967-68 fui a estudiar a Madrid, pues allí estaba la única Escuela de Ingeniería Superior de Telecomunicación de España. Cuando volví a casa, a pasar la Navidad, mis padres me preguntaron por Madrid. Entusiasmado contesté que fenomenal. En ese trimestre había asistido a un partido de tenis de Manolo Santana, a un partido del Real Madrid de baloncesto y al Gran Premio de Fórmula 1 en el Jarama, ganado por Jim Clark. Mi padre me pregunto si también había tenido tiempo de estudiar.

Acabé viviendo durante once años en la capital, hasta que conseguí trasladarme laboralmente a Valencia. Por supuesto mantengo muchos amigos de aquella época. Cuando ahora veo y escucho el argumentario de la presunta ganadora de las próximos elecciones autonómicas no doy crédito a algo. O las encuestas están muy equivocadas o algo muy importante ha cambiado. Ya sé que en democracia se puede engañar a unos pocos durante mucho tiempo o a muchos durante un espacio corto de tiempo, pero no se puede engañar a muchos durante mucho tiempo.

Sin entrar en otros candidatos, comparar la formación, seriedad, responsabilidad, experiencia de Angel Gabilondo con Isabel Díaz Ayuso, no tiene pies ni cabeza.

Se comprenden intereses (personales, ideológicos, morales, fiscales, etc.), emociones (carentes de raciocinio o argumentario) y/o manipulaciones (de los medios, de las redes sociales, de interesados, etc.) que afecten a un porcentaje de ciudadanos pero no “sustancial”.

Descubrí la existencia de esta señora cuando criticaba a Manuela Carmena por intentar acabar con los atascos de tráfico en Madrid, diciendo aquello de que, aunque entre semana pudiesen ser molestos, en los fines de semana y por la noche formaban parte de la alegre vidilla de la ciudad.

Posteriormente se arrogó el nacionalismo español, asegurando que Madrid es España y España está representada por Madrid. Los demás…..súbditos, provincianos por supuesto.                              

Planteó que Madrid solo se podía comparar, a efectos de pandemia, con las grandes capitales mundiales, no con Valencia, ignorando que el ratio de contagios cada cien mil personas si tiene comparación con las urbes de alta densidad demográfica.                                                                           

Siguió diciendo que poder ir a tomar una cañita después del trabajo es libertad, dejando para las doctrinas marxistas el cierre de la hostelería o el toque de queda durante una pandemia que origina decenas de miles de muertos, solo en nuestro país. Incluso se le ocurre tratar de justificar esa misma libertad diciendo que en Madrid no te vuelves a encontrar con tu ex, pareja o jefe, como si pasa en otras capitales de provincia, donde “no es lo mismo”.                                                                              

Insiste diciendo que vivir en Madrid es envidiado por todos, seguramente incluso sin saberlo, sobre todo por los que disfrutamos con los paisajes de montaña, mar, horizonte o los amantes de la tranquilidad y la cercanía o el clima, sea húmedo o seco, ventoso, fresco o cálido.                                    

Miente descaradamente cuando dice que ella prefiere que le envíen lomo y a Iglesias la Constitución, en vez de balas, como si no lo hubiésemos visto y oído referirse a la Constitución reivindicando el derecho a la vivienda digna, como no han hecho otros candidatos.                                                       

Pero parece que da igual y hace buena la máxima de Joseph Goebbels: “Miente, miente, miente que algo quedará, cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá”.

Y todos esos argumentos no los recibimos porque nos los cuenten, los vemos y oímos, a diario y en directo.

¿Qué les pasa a los madrileños?, ¿han dejado de creer en la democracia?, ¿les da todo igual?, ¿hemos llegado al punto en que preferimos una Cicciolina de la vida, sin nada que aportar?, ¿tanto daño están generando a la educación los programas basura de la tele, los de mayor audiencia?, ¿lo que practica esta señora es una burla a los ciudadanos madrileños, a los del resto del Estado o a todos en general?, ¿en su partido están de broma, pesada desde luego?

 

 

miércoles, 28 de abril de 2021

Superliga y Política

 

Florentino Pérez no se esperaba la reacción inmediata de presidentes, como Boris Johnson y Macron, ante el anuncio de la creación de una nueva competición futbolística gestionada por los clubes.

Está claro que, como herencia, Florentino quería dejar unas cuentas saneadas para su club, aunque ello supusiese tener que pactar con sus eternos rivales (BarÇa y Atleti) y pasar por encima del resto de clubes pues, siendo más humildes, no estaban a “su” altura.

La reacción no se dejó esperar basándose en el argumento deportivo. No se puede dejar que se hunda la economía de los equipos con presupuestos “no galácticos” y hay que mantener el espectáculo, la esperanza y las ilusiones que tantas alegrías se llevaron  aficionados como los del Gramanet o el Alcoyano que, como David, fueron capaces de vencer a los Goliat. Esa esperanza de los aficionados me recuerda también a la promesa de que “es más difícil que un rico entre en el reino de los cielos que un camello pase por el ojo de una aguja” pues, salvo honrosas excepciones, sirve como lavado de cabeza para que los pobres creamos que la eternidad es nuestra y no hace falta rebelarse contra el poder establecido porque, en la otra vida, llevan las de perder. 

La realidad es que, gane quien gane cualquier competición, los que siempre salen beneficiados son los organizadores de la contienda, sea Federación Nacional, UEFA o FIFA. Es más, que el pez chico elimine al pez gordo anima el espectáculo. Si todo son peces gordos, lo siguiente es ponerse de acuerdo en la alternancia, como en política democrática. Las consecuencias ya las conocemos los ciudadanos, el “hoy por ti, mañana por mí”, extrapolable a tantas y tantas situaciones.