sábado, 26 de agosto de 2017

La caída de los gigantes


Algo más de mil páginas de una trepidante historia que te atrapa desde el primer momento. 

Basada en hechos reales, te transporta a una época en la que te aclaran muchos de los sucesos de entonces y te ayudan a comprender algunos de los actuales: la "flema" inglesa, el abuso permanente de unas clases sociales sobre otras, la soberbia e hipocresía, la falta de humanidad o espíritu solidario, cristiano o como se le quiera llamar, son constantes en el relato.

La forma de efectuar nombramientos y conseguir ascensos en un ejército numeroso como consecuencia de la declaración de la primera guerra mundial pone de manifiesto la falta de conocimientos de muchos de sus oficiales, que solo servía para conducir a la muerte al personal a su cargo, prevaleciendo el "estatus social" de quien daba las órdenes sobre la lógica necesaria durante el combate, convirtiendo en auténtica "carne de cañón" a los pobres soldados obedientes. Pretender que el ejército británico haga frente al enemigo en la batalla del Somme lanzándose al ataque desfilando en primera línea como si fuese un paseo militar imaginando que, como ha podido dar resultado en batallas de ultramar, coloniales, contra indígenas armados de palos, arcos y lanzas, se obtendrá el mismo resultado frente a las ametralladoras y artillería germanas, era un auténtico suicidio ordenado por incompetentes mandos aristocráticos.
Con razón, uno de los protagonistas de la historia clama al final de la obra (página 1015) denunciando que ningún combatiente procedente de la clase trabajadora fuese ascendido a un rango superior al de sargento, mientras que los chicos procedentes de escuelas privadas accedían al ejército directamente con el grado de tenientes, por lo que los veteranos tenían que exponer sus vidas, poniéndolas en peligro de forma innecesaria, por culpa de unos oficiales incompetentes, mientras muchos lograron salvarse gracias a la intervención de sargentos inteligentes. Reivindica que el ascenso en el ejército, y en otros ámbitos de la vida, se haga en virtud de capacidades, no de cunas.
Esta forma de actuar no es exclusiva de los tradicionalistas británicos pues los modernos, demócratas y liberales norteamericanos tampoco se quedaban atrás, como podemos leer en la página 887, donde se describe la falta de humanidad de otro de los protagonistas que permite, e induce a sabiendas, lanzarse a un asalto sin necesidad a un joven cabo, que muere acribillado, unos instantes antes del alto el fuego que puso fin a la guerra.

La "aristocracia" de uno y otro bando se asemejan más a una oligarquía esclavista, negrera, abusiva en todos los órdenes (desprecio absoluto por la vida de los menos afortunados, jornada laboral, salario, condiciones de seguridad en el trabajo, coberturas...) que dieron lugar a la revolución bolchevique y la toma de los palacios de invierno y que preocuparon muy mucho a los supuestos gobiernos conservadores "demócratas" de la época, que no tuvieron duda en utilizar toda clase de sortilegios, incluidas guerras secretas ocultas a sus representantes electos y consejos de guerra a los que dudasen de su legalidad, para intentar evitar su propagación.
Un análisis de la situación, relatada en Teoría y práctica del bolchevismo del filósofo Bertrand Russell, concluye en que se mostraba conforme con que el pueblo ruso hubiese depuesto al zar, repartido las tierras y gestionado las fábricas, pero atacaba a los bolcheviques no por sus ideales, sino porque siendo correctos no eran capaces de vivir de acuerdo con ellos (pg. 998).

Se citan curiosos pasajes de la Biblia, como el del libro de Rut, cuando se compromete con su esposo diciendo: "Donde quiera que tú vayas iré yo y donde tú vivas, viviré yo. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios, mi Dios. Donde tú mueras moriré yo y allí seré enterrada" (pg. 963).

Magnífico libro para abordar en tiempo de vacaciones, con más de una semana de tiempo por delante, que permite acercarte a comprender el Brexit y como la soberbia de los ingleses de mayor edad da al traste con el futuro de sus siguientes generaciones.