lunes, 26 de julio de 2021

Memoria......familiar

 Cuando hice las prácticas de milicias universitarias tuve un arresto de dos días en la sala de banderas por no presentarme al toque de generala que, en plan simulacro, se emitió una madrugada. Había venido a verme a Madrid mi novia y habíamos salido a cenar y al cine. Oí sonar el teléfono en el primer sueño pero no tuve ganas de levantarme pese a que se rumoreaba que podía existir esa posibilidad.

Me presenté en el campamento por la mañana y mi amigo Fernando, que si había acudido, me contó que había descubierto lo que era la guerra. Lo metieron en un camión con su sección y todo el armamento reglamentario, y le ordenaron dirigirse a un punto de la carretera, tomar posiciones en la falda de la montaña, desplegar a los soldados, montar un par de ametralladoras y esperar. A las dos horas le llamaron por radio para decirle que el “ejercicio” había finalizado e iban a ir a recogerlos.

Durante las dos horas me confesó que había pensado de todo. Y si no era un simulacro?, y si había habido unas revueltas que había que atajar?, o eran ellos mismos los que se estaban sublevando?. En todo caso, si estaba en el comienzo de un enfrentamiento cruento, qué iba a defender y contra quién?.

Probablemente esa es la realidad de la mayoría de conflictos armados, máxime los librados entre compatriotas. Por supuesto está por medio la “obediencia debida” pero….. qué órdenes estoy recibiendo?, las de mi superior inmediato que a su vez las recibe del suyo o hay un eslabón de la cadena de mando que las tergiversa y, a partir de ahí, estoy luchando contra varios niveles por encima del mío?. Y si las cumplo, o no…..quién me fusilará?.

Eso es similar a lo que, pasado el tiempo, me contó uno de mis cuñados. El 23F de 1981 era capitán de fragata y estaba destinado en la base naval de Cartagena como ayudante del almirante del Arsenal. A primeras horas de la noche se presentó el general de brigada de la III región militar, con mando en unidades del ejército de tierra en la zona, pidiendo audiencia urgente con el jefe naval. En esa época había una distribución territorial independiente entre los tres ejércitos (regiones militares de Tierra, departamentos marítimos de la Armada y regiones aéreas). El almirante ordenó a mi cuñado que hiciese pasar al general y estuviese presente. El motivo de su visita era informar de que, en cumplimiento de las órdenes de su superior inmediato, el capitán general Miláns del Bosch, iba a desplegar sus tropas y tomar posiciones en distintos puntos. El almirante le contestó que, si lo hacía, se tendría que enfrentar con la infantería de Marina. El general palideció, saludó y se retiró. Otro que se marchó pensando en quién lo iba a fusilar. Si cumplía las órdenes de su jefe inmediato y se enfrentaba a los marinos….habría muertos y, en función del resultado final del intento de golpe de Estado, podían fusilarlo si resultaba frustrado. Claro que, si no lo hacía y triunfaba el golpe, entonces podía ser fusilado por traición al no cumplir órdenes. Es decir, el tiempo cambia algunas cosas, pero no todas.

Mi abuelo paterno murió joven, con cuarenta y tantos años. Tenía una pequeña fábrica de navajas en Yecla (Murcia) y dejó a mi abuela con tres chicos, una chica y una mano delante y otra detrás. Mi padre era el mayor, así que su tío (el médico del pueblo) le ofreció a mi abuela pagarle los estudios de practicante. Al finalizarlos y empezar a trabajar, mi padre decidió venirse a Valencia para compaginar el trabajo con cursar la carrera de Medicina. Encontró a mi madre y, cuando estaba en quinto curso de carrera, se produjo la sublevación armada de Franco, del 36.

Valencia se mantuvo fiel al gobierno legítimo de la República y se movilizó a todo sujeto con capacidad para defender el país. A los alumnos de Medicina de cuarto curso en adelante se les dejó escoger entre ir al frente con un fusil, como milicianos, o quedarse en los hospitales, en retaguardia, con el empleo de tenientes sanitarios. La elección ofrecía pocas dudas. Así que mi padre vivió la guerra curando y atendiendo heridos de los dos bandos, teniendo que tranquilizar a algunos prisioneros explicándoles que, como médicos, su intención no era otra que curarles.

Pasados los años y viendo la evolución de la contienda, en un combate por la zona de Albacete, mi padre y dos compañeros decidieron cambiar de bando pese al riesgo que eso conllevaba. Si te pillaban los tuyos ibas directo a ser fusilado. Si establecías contacto con el, hasta ese momento, enemigo podían ocurrir tres cosas: que te pegasen un tiro sobre la marcha, que te hiciesen prisionero y tu futuro fuese incierto, o que te recibiesen con los brazos abiertos y te cambiasen el uniforme incluso manteniendo la graduación. Los tres tenientes sanitarios fueron a primera línea a atender heridos esperando, con el avance de unos y la retirada de otros, quedar en territorio de los sublevados. Los dos amigos lo consiguieron pero mi padre no. Cayó herido con un trozo de metralla en la espalda. Recobró el conocimiento después de ser operado en un hospital. Las primeras horas las pasó asustado no sabiendo en qué bando estaba. Cuando supo que seguía en el republicano se asustó, imaginando que podían sospechar de sus intenciones y acabar mal. Finalmente se enteró de que los artilleros republicanos también habían decidido cambiar de bando pero….a lo bestia. Acortando disparos para que los obuses cayesen en sus propias filas de infantería. Fueron fusilados junto a sus baterías. Mi padre fue felicitado por su heroicidad pues pensaron que, al percatarse de la masacre, había ido a primera línea para ayudar a sus heridos. Así son las cosas.

El final de la guerra le pilló en Valencia. Según se acercaban las tropas de Franco fueron desapareciendo los mandos sanitarios superiores de forma que, cuando entró la primera avanzadilla, se tuvo que presentar al capitán médico "vencedor" para entregarle el informe de la situación de “cuatro” hospitales que habían quedado bajo su mando. El capitán le pidió el inventario del material. Preguntó dónde estaba y rompió los documentos en sus narices, enviando unos camiones a recogerlos y amenazando a mi padre con que “respondía con su vida”, si hablaba de la existencia de ese material. Durante años mi padre comprobó que ese material era comercializado por una tienda cercana a casa, especializada en instrumentación médica.

Durante la purga posterior que siguió al finalizar el conflicto armado fue citado y le informaron que, como oficial republicano, sería condenado a muerte si no encontraba a alguien “de confianza” del nuevo régimen que avalase una actuación “correcta” durante los años de República y guerra. Buscó a los dos amigos de la odisea en Albacete, los encontró y resultó que, no solo los habían mantenido como tenientes, sino también habían sido ascendidos a capitán. Testificaron en su favor y…..la anunciada condena a muerte pasó a ser absolución pero vigilada. Por eso guardó como un tesoro la resolución del auditor militar. 



Recuerdo cuando íbamos alguna vez a Oropesa del Mar que, si te cruzabas con la pareja de la guardia civil, tenías que agachar la vista. Ellos te observaban con altivez y si tú les mantenías la mirada se consideraba desafiante y te buscabas un problema. Durante toda su vida mi padre temió a cualquier uniforme. No sólo le infundía respeto un militar, o un policía, hasta un guardia municipal le generaba miedo. Recuerdo algún accidente menor de tráfico en el que apareció un agente de tráfico y si mi hermano, el conductor, replicaba o se defendía de cualquier comentario de la “autoridad”, nuestro padre se descomponía.

Su temor alcanzó hasta la transición e incluso llegó al primer gobierno del PSOE. Cuando Felipe González promulgó una ley de reconciliación, otorgando derechos a los militares republícanos, mi hermano y yo le preguntamos si se había acogido y presentado la documentación. Habían transcurrido dos años, había cumplido los ochenta y le correspondía una pensión de treinta mil pesetas al mes. No lo había hecho porque……”NO SE FIABA, PODÍA SER UNA TRAMPA”, esas fueron sus palabras. Iniciamos nosotros la tramitación y lo conseguimos.



Mi hermano y yo a veces nos metíamos con él porque nos parecía exagerado su temor y hasta bromeábamos. Cuando, tras morir, descubrí los papeles que guardaba y, pese a esta frágil democracia, fueron aflorando episodios vergonzantes de la “gloriosa cruzada” fui comprendiendo mejor los cuchicheos, silencios y réplicas que nos daban a preguntas infantiles, inocentes, sobre la reciente historia española.

Esa es la libertad, la justicia y la confianza que habían generado la guerra civil y la posterior dictadura. Lo dejaron todo “atado y bien atado”, como estamos comprobando en la actualidad.

domingo, 18 de julio de 2021

Cuando la necesidad supera a la formación......


 Cuando se tiene la necesidad de tener trabajo y un sueldo, aunque no se tenga la formación "aconsejable" para desempeñar con cierta dignidad el puesto al que se aspira y se han conocido los oropeles mediáticos que te autoconvecen de que eres la persona adecuada, se disparata y se pierde la dignidad, si es que en algún momento se tuvo.

La mayoría de representantes políticos han estudiado. Son licenciados en Derecho, Economistas, han cursado ADE o carreras de Ciencias Políticas o Medicina, Ciencias o Ingenierías. También los hay con carreras de Filosofía, Psicología, Magisterio, etc. Algunos incluso sin haber completado la titulación correspondiente, pese a haberle dedicado un tiempo, o con "títulos" conseguidos no se sabe muy bien cómo.

En el caso de Toni Cantó, en su curriculum aparece formación en "interpretación" en el Centro Dramático Nacional. Ni titulación superior, ni siquiera Bachiller. En otras fuentes, como Wikipedia se habla de su "trayectoría" y de su conflictiva vida, pero de formación....nada de nada. En su página web de Ciudadanos, todavía activa, lo mismo. En Linkedin dice que ha sido profesor de actores y pedagogo teatral, falsedad por la que el PP pidió su dimisión. 

Es decir, ni conocimientos de leyes, ni de economía, medicina, educación....para atreverse a debatir, presentar propuestas o enmiendas en temas de la trascendencia de Educación, Seguridad Social (pensiones, sanidad...), Justicia, Impuestos....

¿Acaso creía que, interpretando el guión que le asignaban, podía llegar a ser un Reagan?. Igual sigue esperando ese "papel" que, bien producido y dirigido, le permita gestionar a una nación.

La ignorancia es la más osada, pero los manipuladores que le dan el guión del día y le hacen creer que dice algo interesante tampoco se merecen mucho. Si algún día descubre que realmente no esperan más de él que del bufón de la corte, igual hasta es más feliz dándose cuenta que ha seguido trabajando "de lo suyo" en otro escenario, porque trabajo de actor, no parece que su representante consiguiera algo para él, tal y como le pidió públicamente.