martes, 8 de noviembre de 2011

Debate

Está bien que los candidatos a la presidencia del gobierno se enfrenten, cara a cara, en un debate televisado en directo para que cada uno cuente las líneas maestras de las políticas que aplicaría en el caso de ganar y el otro se las critique y defienda las suyas.
Pero de ahí a tener que buscar un ganador, como si de un espectáculo deportivo se tratase, va un abismo.
Los seguidores más radicales, o apesebrados, de cada uno lo van a considerar "vencedor" de dicho debate haya pasado lo que haya pasado. Los "simples" seguidores van a continuar votando a su favorito y, el auténtico dilema, estriba en si van a conseguir balancear el voto de los indecisos de uno u otro lado.

Rajoy, según las encuestas, partía de favorito y probablemente era el que más arriesgaba pues ganar no parece que pudiese incrementar muchos más votos mientras que Rubalcaba necesitaba "despertar" a su electorado natural, decepcionado con la claudicación del gobierno socialista a la imposición de los mercados. Así entiendo la presión que ejerció sobre el futuro de las prestaciones sociales (paro, sanidad, educación....) en caso de formación de un gobierno de derechas, tratando de alertar a sus votantes sobre lo que podía significarles quedarse en casa el día 20/XI.

Incidió en el contenido de la página 37 del propio programa electoral del PP, en el que se lee:
"Impulsaremos, de forma acompasada a la recuperación económica, la creación de un fondo de capitalización individualizado para cada trabajador que contemple la cobertura frente al desempleo y que favorezca la movilidad y la formación continua." Es decir, el paro a cobrar dependerá de las aportaciones realizadas por ese trabajador que, al ser de capitalización, dependerá de cuantías y antigüedad. Vamos que una persona de mediana edad que se quede sin trabajo tendrá una ayuda menor que si ha cotizado más años, en igualdad de condiciones. Llevándolo al simil de la sanidad, es como si la seguridad social solo diese prestaciones para curar un constipado, o algo simple, a los trabajadores más jóvenes.

Por otra parte, una y otra vez, se hablo del apartado de la página 116, que dice así:
"Presentaremos al Congreso, cada dos años, un informe que evalúe la evolución financiera de las pensiones y las principales variables del sistema: la esperanza de vida, y la evolución del empleo y de los ingresos y gastos del sistema para asegurar su sostenibilidad. Realizaremos un calendario de proyecciones y compromisos presupuestarios para lograr la efectiva separación
de fuentes de financiación entre Estado y Seguridad Social." Realmente, a priori, no parece mal que cada dos años se informe al Parlamento de la evolución de las pensiones, Lo que Rubalcaba quiso avisar es que, de esa manera, si las cosas se ven complicadas para el horizonte próximo, en vez de asumir que es una obligación mantener el estatus y esforzarse buscando recursos donde sea menester, será más fácil "lavarse las manos" y aplicar medidas correctoras cada cierto tiempo para que los gestores duerman tranquilos mientras que los perceptores dejaremos de hacerlo.

Más o menos vino a indicarles que, si no estaban contentos en la sarten, les esperaba el fuego. De hecho, Rubalcaba es el que, en su despedida, solicitó lo que todos los políticos hacen en época electoral, pedir que acudan todos los ciudadanos a votar.

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