sábado, 2 de febrero de 2013

Sobres


Las formas de pago de favores, en definitiva lo que lisa y llanamente conocemos como corrupción, tienen muchos caminos.
La primera, la más obvia, es con "dinero negro" en un sobre, bolsa o maleta, según su volumen. Por muchas auditorías, internas o externas, por mucha publicidad que se de a la declaración de la renta o patrimonio, por muchas promesas o juramentos que se hagan nadie....repito NADIE, puede descubrir en los movimientos de esos documentos la posible existencia de ese dinero. Por eso se llama negro, porque no es visible de cara al fisco. Tanto en el caso de las personas como en el de las organizaciones.
Para localizarlo hace falta un grupo de inspectores de Hacienda, bien preparados que, como auténticos sabuesos, investiguen no solo los ingresos sino también el nivel de vida, los gastos, para ver si cuadran las cuentas. Y no solo del individuo en concreto, también de sus allegados, familia, amigos o conocidos, susceptibles de actuar como "hombres de paja" que hagan de tenedores de ese incremento de patrimonio. Si es localizable, porque también puede estar en paraísos fiscales.

Pero no son solo los sobres lo preocupante. También están los pagos en especie. ¿Cuántas veces leemos que tal político ha pasado las vacaciones en la casa, o a bordo del yate, de quien sea?. Ese quien sea no le ha dado un sobre conteniendo no se cuántos miles de euros para que se vaya de vacaciones, simplemente se lo ha pagado todo directamente. En este caso no hay percepción de dinero ni gasto, pero si disfrute.
O el alquiler o venta de una casa a un precio ventajoso, o el préstamo (?) de un coche, o se pagan directamente los gastos del colegio de los niños en Suiza, o....más comúnmente, se "coloca" a hijos o sobrinos en la empresa con un buen puesto y mejor sueldo, o al propio político cuando deja, temporalmente, de serlo. De esto último basta con repasar los últimos fichajes de Telefónica.

Los caminos del Señor son inescrutables y los de la corrupción no lo son menos. Para descubrirlos hace falta un Elliot Ness resucitado, persiguiendo a los nuevos gángsteres que nos ha venido a aflorar eso que cariñosamente denominamos "democracia" y que, aún siendo el menos malo de los regímenes políticos, aquí en España aún no hemos sido capaces de aplicarla como se hace en el resto de Europa.

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