lunes, 21 de julio de 2014

Razones para una abdicación real




 


En varias ocasiones, a lo largo de estos últimos años, se ha barajado la posibilidad de la abdicación del rey Juan Carlos, circunstancia siempre negada por la Casa Real. Sin embargo, se ha producido la sucesión dentro de un "ambiente de normalidad" un tanto curioso.

En la época que Juan Carlos era Príncipe de España y sustituía a Franco durante sus frecuentes recaídas, se suscitó la conveniencia de un traspaso de poderes que, en vida del dictador, habría garantizado la consolidación del joven monarca ante los partidarios del antiguo régimen. Pero hubo que esperar hasta el fallecimiento del dictador para poder asumir la jefatura del Estado.

Las razones que aconsejaban la abdicación del Rey Juan Carlos en su hijo, distantes de la justificación anterior, también estaban basadas en que la Institución pasaba por horas bajas y más valía asegurar la continuidad de la dinastía que acabar siendo cuestionada, no solo a nivel de calle.

Parece que son variadas las causas que originaron esa decisión y que no vamos a cuestionar, pero si evidenciar que fueron más que suficientes para, aisladamente o en conjunto, precipitar los acontecimientos. A saber:

a) La salud del monarca, con varias intervenciones quirúrgicas a sus espaldas, y evidentes síntomas de deterioro físico

b) La imagen de la Institución que, según las encuestas del CIS, estaba en constante retroceso. Aquí  hay que citar algunas de las actuaciones que han podido deteriorar esa imagen. Los negocios del yerno, la más que lógica colaboración de la Infanta en los mismos y su comparecencia ante los jueces. Las cacerías del monarca y las amistades femeninas "peligrosas" para la estabilidad matrimonial del máximo representante de las tradiciones. La fría y distante relación con la Reina, quizá una de las personas mejor valoradas de la Casa Real.

c) Las circunstancias políticas. Avance significativo de la izquierda en las pasadas elecciones europeas con el aumento del sentimiento republicano. Y la crisis separatista catalana que, gracias a la incapacidad manifiesta de Rajoy, puede acabar con intervenciones indeseadas tipo disolución de la Autonomía o con avisos encubiertos de actuación militar, siempre auspiciados por la Constitución.

Todas ellas razones que, sumadas o no, crearon el caldo de cultivo necesario para pasar el poder.

Claro que, esperamos que esta circunstancia no signifique que se ponga en práctica una concesión habitual cada vez que se proclama a un nuevo jerarca, la concesión de un amplio indulto.
No está el "patio" para tonterías y ni Felipe VI ni su nueva Casa Real deben caer en la debilidad de extender su compasión hacia tanto sinvergüenza junto que ha unido la cosa pública. Es decir, la facilidad de sacarnos impunemente el dinero y los derechos sociales a todos los españoles.
Porque una cosa es Europa, obligándonos a apretarnos el cinturón para pagar la deuda de todos, parte de la cual tienen a buen recaudo unos pocos, y otra que encima aplaudamos.  
 

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