miércoles, 1 de abril de 2020

Regalos de Navidad


Estas navidades nos han regalado un par de libros, de dos conocidísimos autores sudamericanos, que tienen cierto paralelismo y por eso voy a resumirlos conjuntamente, con independencia de que haga menciones específicas a cada uno de ellos.

El de Isabel Allende te zambulle en la vida de seis u ocho personajes protagonistas que son fáciles de seguir, combinados con algunos que aparecen puntualmente. Sin embargo, con Vargas Llosa a veces es fácil perderse entre el excesivo número de personajes principales más los secundarios, que también aparecen puntualmente pero en algún caso reaparecen más adelante, cuando ya no te acuerdas del mismo. Para complicar aún más la lectura, Vargas Llosa escribe en algunos capítulos alternando tiempo y personaje en cada párrafo.

En el Largo pétalo de mar se muestra la visión de las víctimas de la guerra civil española, que tienen que huir y acaban en Chile, donde nuevamente viven el horror de otra guerra civil tras un nuevo atentado contra la legalidad vigente, describiendo unos hechos y unas situaciones que ya van siendo conocidas, a pesar de la censura durante tantas décadas.
Sin embargo, en Tiempos recios la visión descrita es la de los asesinos, torturadores, golpistas de Centroamérica, narrando unos hechos menos conocidos pero también terribles. Me genera una sorpresa constatar como el escritor, que ha hecho repetidamente campaña en las elecciones de nuestro país defendiendo los postulados de los partidos de derechas, describe a los personajes de su novela más de derechas como auténticos desalmados carentes de todo principio o compasión. Seguramente creerá que esas derechas son monopolio americano, pensando que las de aquí son como las del resto de Europa. Le convendría documentarse un poco más, en el plano personal, leyendo el libro de Isabel Allende.

Algunos párrafos del libro de Isabel Allende que me han llamado la atención, no por ser extraordinarios sino por confirmar lo que ya sabemos son:
Pg. 318: “Urbana era obispo y elocuente defensor de los métodos de la dictadura, plenamente justificados en la protección de la cultura cristiana occidental contra la perversidad del marxismo. El cardenal, que había creado una vicaría para proteger a los perseguidos y llevar cuenta de los desaparecidos, debió llamarlo al orden cuando en su exaltación defendía la tortura y las ejecuciones sumarias. El obispo era infatigable en su misión de salvar almas, en particular las de sus fieles del barrio alto.” Se refiere a la situación en Chile, totalmente en paralelo a lo ocurrido en España.

Pg. 324: “-Desgraciadamente con su historial de preso político y exiliado no es posible emplearlo en ningún hospital público, oficialmente está suspendido de sus funciones hasta nueva orden.” Y eso ocurre cuando ya se permite volver a Chile a los que pudieron huir de la represión Pinochetista. En la misma página: “El gobierno militar consideraba que los servicios públicos debían estar en manos privadas; la salud no era un derecho, sino un bien de consumo que se compra y se vende. En esos años, en que se había privatizado todo lo privatizable, desde la electricidad hasta las líneas aéreas, habían proliferado las clínicas privadas con las instalaciones y recursos más exquisitos para atender a quienes podían pagar.” Nuevamente nos recuerda no solo nuestro pasado, sino también las políticas neoliberales que, en cuanto pueden, imponen determinados partidos políticos.
Pg. 337: “Roser lo vio almorzando en la cafetería de la facultad, rodeado de jóvenes estudiantes que lo escuchaban con veneración de discípulos, y pudo apreciar cómo Víctor gozaba esa reverencia, en especial de las muchachas, que celebraban sus comentarios banales con injustificada admiración. A ella, que lo conocía por dentro y por fuera hasta el último resquicio, esa voluntad tardía le causó sorpresa por lo inesperada y lástima por su marido; estaba descubriendo cuán vulnerable al halago es un viejo engreído. No imaginó que la vuelta de la vida que iba a bajarle los humos a Víctor sería ella misma.”
Víctor estaba tan ocupado con sus éxitos que había descuidado la relación con ella, aunque cuando estaban juntos seguía siendo su mejor amigo y el amante que le hacía sentirse bella y deseada a los setenta y tres años.”

Pg. 342: “Momentos antes todavía era como la había visto siempre y como la recordaba en su ausencia, la joven de veintidós años con un niño recién nacido en brazos, la que se casó con él sin amor y lo amó más que nadie en el mundo, la compañera. Con ella había vivido todo lo que valía la pena vivirse.”
“”No voy a permitir que sufras más, Roser”, fue lo único que Víctor pudo ofrecerle. Ella se acurrucó en el hueco de su brazo, tal como hacía cada noche, y se dejó mecer y arrullar hasta que se durmió.”. Un excelente canto a la eutanasia, ante un ser querido.

A su vez, en el libro de Vargas Llosa, no podemos olvidar mensajes tales como:
Pg. 19: “La consciente e inteligente manipulación de los hábitos organizados y las opiniones de las masas es un elemento importante de la sociedad democrática. Quienes manipulan este desconocido mecanismo de la sociedad constituyen un gobierno invisible que es el verdadero poder en nuestro país… La inteligente minoría necesita hacer uso continuo y sistemático de la propaganda”. Sin palabras.

Pg. 131: “…y éste, como todos los colegios católicos donde iban los hijos de las familias decentes de Guatemala, no admitía niños nacidos fuera del matrimonio, es decir, bastardos…”. “Su padre había tratado de matricularlo en los maristas y éstos lo rechazaron por ser un hijo del pecado”. Como siempre y en todas partes la educación cristiana no era la que se daba en los colegios de la Iglesia.
Pg. 264: “Entre tanto, soldados y policías, con sus oficiales al frente, habían desatado una cacería de brujas sin precedentes en la violenta historia de Guatemala. El cierre de sindicatos y de las oficinas de la Reforma Agraria que se habían abierto en todos los pueblos se hacía a balazos y metiendo a los calabozos a todos los que se encontraban en sus locales, se hacían listas negras a base de delaciones anónimas, y muchos de los detenidos, gente humilde y sin padrinos, eran sometidos a torturas, hasta, en muchos casos, producirles la muerte, de modo que los cadáveres solían ser enterrados o quemados sin dar cuenta a las familias. Un miedo pánico se extendió por todos los vericuetos de la sociedad guatemalteca. En especial entre los sectores más modestos, y unos excesos en la misma violencia que superaban todos los horrores precedentes.” Da la impresión de que todos los golpistas siguen el mismo manual de horrores.

Pg. 270: “El gobierno de Estados Unidos prefirió que aquello se olvidara pronto, incómodo con la campaña internacional desatada contra Washington por su intervención en la caída del gobierno de Árbenz, sobre quien, poco a poco, había una publicidad reivindicatoria, reconociendo que aquél no había sido comunista sino un hombre incauto y bien intencionado que sólo quiso traer el progreso, la democracia y la justicia social a su país, aunque estuviera mal aconsejado y siguiera métodos errados”. “Entre tanto, el Presidente……se esforzaba por poner fin a todos los estropicios causados por la Revolución de Octubre. Abolía sindicatos, federaciones, fundaciones, asociaciones campesinas y obreras, clausuraba el Instituto Indigenista Nacional, devolvía a los finqueros y a la Frutera las “tierras ociosas” nacionalizadas, suspendía la ley que obligaba a las empresas y a los latifundios a pagar impuestos, y repletaba las cárceles con sindicalistas, maestros, periodistas y estudiantes acusados de “comunistas” y “subversivos.”” En Centroamérica, como a este lado del Atlántico, la derecha crea riqueza, para ellos, a costa de la mayoría de la ciudadanía y, si lo censuras, se te tacha de comunista. Como si eso fuese perverso.
Pg. 281: “Cáncer de páncreas, dijo de pronto el enfermo con un pequeño sobresalto. Es el peor. Me lo descubrieron muy tarde, cuando ya había hecho metástasis. Los dolores son horribles, por eso me tienen sedado la mayor parte del tiempo. El padre Ulloa, el jesuita, mi amigo, supongo que te acordás de él, no me deja apresurar la cosa. Dice que sería suicidio, quiere que aguante hasta el final. Yo le digo que eso es puro sadismo de la Iglesia. Me habla de Dios y de los infinitos misterios de la doctrina cristiana. Hasta ahora le he hecho caso, pero no sé si le seguiré obedeciendo por mucho tiempo más.” De nuevo, surge la necesidad de legislar sobre la eutanasia.

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