martes, 3 de agosto de 2010

Un poco de memoria para no repetir la historia


Acabo de leer este libro, basado en la vida del propio autor, quien lo narra en primera persona, con el interés de conocer un poco más la historia de nuestro país y las consecuencias de la sublevación, represalias y política dictatorial aplicada durante cuarenta largos años.

Siendo mi padre oriundo de Yecla, al igual que el protagonista de nuestra historia, presumo imaginar lo que debió ser su vida en aquella época y lugar y creo que algunos de los apellidos que surgen en el relato deben de estar bastante cerca, familiarmente hablando, de idénticos apellidos de amigos de mi progenitor a los que, en algunos casos, llegué a conocer. Aunque como era lógico, en mi infancia, adolescencia e incluso juventud, jamás se habló de estos temas en mi presencia. Fruto adicional del miedo que se vivía.

Sin añadir nada que, a estas alturas, uno no haya podido oír o leer con anterioridad, creo que es un sano ejercicio volver a tener presente que el mayor depredador de la naturaleza es el hombre. Y que hay algunos ejemplares que debieron ser concebidos sin alma ni principios, siendo una lástima que sus madres no hubiesen abortado a tiempo.

No se trata de poner a nadie en ningún pedestal, pero si de bajar a los que lo ocuparon durante demasiado tiempo. A veces escucho que revivir el pasado solo busca la confrontación y darle la vuelta a la tortilla. En mi opinión lo que no sería justo es meter en otra fosa todos los recuerdos y dejar sellada y rubricada, como cierta, la historia que nos hicieron aprender en el bachillerato.
Que en el bando republicano se cometieron felonías, no me cabe la menor duda. A río revuelto, ganancia de pescadores y siempre ha habido, y habrá, mala gente. Pero lo que también tengo claro es que esos posibles abusos fueron "vengados" contra los responsables, sus familiares, los vecinos, los amigos, los que pasaban por allí y....los que les viniese en gana. Y también tengo claro lo que hacían muchos de los autoproclamados "salvadores de la patria" pero en su caso, jamás fueron perseguidos, enjuiciados o vilipendiados. Y lo que es peor, no tuvieron que avergonzarse nunca de sus fechorías, en todo caso, jactarse de las mismas, jaleados por sus "coleguis".

Me gusta el final del relato cuando, ya en nuestros días, refleja claramente las actitudes e integrantes de los grandes partidos políticos de la actualidad en nuestro país. Curiosamente, coincide con el pedigree que he apostillado en una nota anterior.

In memoriam de tantos y tanto olvidado

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