sábado, 11 de enero de 2014

Mareando al personal


Parece que "todos" los partidos del arco parlamentario se han puesto de acuerdo en llevarnos "al huerto" a los ciudadanos de a pie a cuenta de la nueva ley del aborto.

Debe ser porque como las cosas siguen estando muy mal para los aspirantes a currantes, y seguimos escandalizándonos con los abusos y corrupciones que nos llegan a diario, hay que desviar la atención hacia otro tipo de discusión para que nos olvidemos de los problemas cotidianos.

Los mundiales de fútbol aún están lejos y como no nos entretengan con lo que les interese, igual nos ponemos a pensar por nosotros mismos y eso es peor. Mucho peor. Hay que ceñirse al menú y nada de florituras.

Básicamente, la nueva ley se carga el supuesto de malformación del feto para mantener despenalizado el aborto. La discusión sobre la capacidad de decisión para las menores de edad era un tema asumido y de menor confrontación.

Se mantienen como supuestos abortistas el embarazo fruto de una agresión o violación y también se permite si hay riesgo físico o psíquico para la salud de la madre.

A partir de ahí, a pelearnos todos por defender el derecho al aborto en caso de malformación del feto.

Los hay que consideran que abortar en esas circunstancias implica un acto de amor para evitar sufrimientos al ser de sus entrañas que, si le deja nacer, los tendrá sin ninguna duda. Y los hay que consideran que eso es una bendición porque significa que su Dios los ha puesto a prueba para que tengan una vida llena de dicha al dedicarla a un ser en circunstancias dramáticas. Y, en medio, un surtido variado de opiniones, confrontaciones, peleas, ríos y ríos de tinta, periódicos, emisiones de todos los medios de comunicación....

Unos son del Real y otros del Atleti, o del Barça...qué más da.
Lo importante es que se hable de eso y no se piense en lo otro.

Pues bien, mis queridos amigos. En una maniobra certera, y retorcida como no podía ser de otra manera, el ministro Ruiz Gallardón da carnaza a cirios y troyanos. La extrema derecha de su partido no se siente reconfortada con esta nueva redacción de la ley pero si aliviada creyendo que los pobres tendrán que apechugar con sus desgracias. Ellos seguirán sin tener problemas pues Londres sigue a tiro de piedra y se puede aprovechar para hacer unas compras. El ala más moderada nos deleita con una comedia de lucha interna contra las posiciones más radicales de forma que, bajo el paraguas de las mismas siglas, quepan todos. Los socialistas se cabrean por la reforma de su ley y piden el apoyo a las mujeres de las filas conservadoras. Y el resto de partidos defienden unas u otras posiciones con mayor o menor convicción.

Y nosotros, como estúpidos espectadores, hacemos quinielas respecto quién se llevará el gato al agua. Pues, aún con mayoría conservadora, parece que los coleguis del ministro le han hecho la cama para su desgaste personal y político. No se le vaya a ocurrir postularse como alternativa de un liderazgo del que tan escasos andan.

Pues señores, todo sigue igual. Como decía Julio Iglesias. Si una mujer quiere abortar por tener diagnosticada una malformación del feto no tiene más que deprimirse, encerrarse en su casa unos días, no ducharse, peinarse ni arreglarse y no le será difícil que dos médicos diagnostiquen que existe riesgo psicológico y......aborto concedido.

¿A qué viene tanta patraña?. ¿Qué nos están queriendo escamotear?

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