martes, 8 de diciembre de 2015

Dignidad, por favor


Desde hace un tiempo (al irse conociendo la tendencia de voto y constatándolo en las elecciones europeas, autonómicas y locales celebradas este año), el Partido Popular está intentando "vender", e incluso legislar, que la lista más votada debe ser la que forme gobierno en cada caso, impidiendo que una coalición entre los siguientes partidos pueda desalojarlos del poder.

Tiene la lógica de "barrer para casa" pues, siendo el partido que defiende una ideología de derechas (desde la más moderada hasta la extrema), tiene asegurado un gran caladero de votos y les beneficia la Ley d¨Hont al tener concentración de votos. De hecho, la misma vicepresidenta, en el debate a cuatro de ayer noche puso un ejemplo muy ilustrativo. Dijo que para ella era como si el segundo, tercero y cuarto clasificados en la liga de fútbol se pusiesen de acuerdo, al sumar conjuntamente más puntos,  para arrebatar el trofeo de campeón al primer clasificado.

Hasta ahí todo correcto, pero ahora pensemos en el día de después. Una supuesta victoria electoral del PP sin mayoría absoluta y seguido muy de cerca por Podemos, Ciudadanos y PSOE implicaría que Rajoy (o Soraya, como dicen insistentemente los rumores) formase gobierno y empezase a aplicar.....¿qué programa?. Recordemos los acuerdos entre los partidos de la oposición, reflejados en sus respectivos programas, que implican:
a) Derogación de la Reforma laboral
b) Derogación de la Ley Wert (de Educación)
c) Derogación de la "Ley mordaza"
.......
¿Qué ocurriría?. ¿Tendrían que aceptar esas estrategias impuestas por el PP en la pasada legislatura los representantes de la mayoría del pueblo español (al sumar votos) que les ha apoyado el programa en el que incluyen la derogación de esas controvertidas leyes?.
En el caso natural de que se propusiese su derogación el partido gobernante debería oponerse pero, tragando sapos y culebras, habría que retroceder el reloj de nuestro país, legislativamente hablando, a diciembre de 2011. Y, en esas condiciones, ¿con qué dignidad iban a seguir gobernando?

Parece que el deseo de gobernar en una situación como esa solo se puede deber a dos causas:
a) ansia desmedida de poder para mantener puestos y prebendas a sus allegados, y/o
b) ganar tiempo para que el futuro les sea más propicio y, sin haber soltado el mango de la sartén, recolocarse más confortablemente en ese hipotético futuro donde, por cierto, hayan podido prescribir muchas cosas del pasado reciente que tanto les preocupan.


No hay comentarios: