martes, 5 de diciembre de 2017

La encrucijada (2ª parte)


De momento acertamos con las alternativas que tenía el sr. Puigdemont y eligió la que efectivamente parecía más probable, de acuerdo a los intereses de la "partida" que estaba jugando, poniendo al gobierno del PP al borde del ataque de nervios.

Continúan las jugadas de unos y otros contendientes. Se dicta orden de busca y captura y, al conocerse su presencia en Bruselas, se convierte en solicitud de extradición.
Tan lejos como esta misma mañana, el juez suspende la petición de devolución a las autoridades europeas y se abre un abanico de motivaciones para tal cosa y sus consecuencias.

Mantener la petición y que la justicia belga no la conceda por considerar que, tal y como alegó su abogado, no hay garantías procesales de un juicio justo, sería un duro revés para la imagen democrática de un Estado miembro de la UE.

Por otra parte, que acceda a la petición de extradición pero limite las acusaciones que pueden ejercerse, como prerrequisito para esa entrega, significa un reconocimiento de que ciertos delitos que se le pretenden imputar (principalmente el de rebelión) no son aceptables por Bélgica, ya sea porque no existen en su conciencia/legislación o porque, con las pruebas aportadas por la Fiscalía española, consideran que no se sustancian en nada. No menos duro revés para la diplomacia y la justicia española, por parte de un Estado miembro, socio y amigo.

Así que parece que la mejor jugada era levantar la solicitud de extradición. Pero tampoco parece la maniobra más apropiada pues no es porque no se mantenga la orden de detención, sino porque solo se limita al territorio español. Señal de que "algo" no huele bien pues implica un reconocimiento de que en las democracias europeas no existen "delitos" que aquí todavía se persiguen.

Puestas así las cosas, ahí va mi apuesta. Reconozco que tiene un "talón de Aquiles" pues creía que los partidos independentistas acudirían a las elecciones del 21D en una coalición que permitiese tener mayoría absoluta de diputados, aunque no la avalase una mayoría absoluta de votos y se ha demostrado que los intereses partidistas de todos prevalecen. Pero bueno, si el sr. Puigdemont obtuviese los votos suficientes para, con el apoyo de los independentistas, volver a ser Molt Honorable, ¿qué pasaría si apareciese en el Parlament el día de su investidura?. Acudiendo, tipo Santiago Carrillo, de incógnito, o por las alcantarillas para evitar ser detenido y descararse en el acto oficial.
¿Lo detendría la policía o la guardia civil?, ¿se declararía un nuevo 155 o prórroga del actual y no se aceptaría resultado de urnas e investidura?, ¿se mantendría detenido, en la cárcel, al presidente de la Generalitat catalana en vigor, con las reglas del Estado?.

La imagen de nuestro, el posible ridículo mundial podría ser insoportable.
Y el pulso del sr. Puigdemont digno de Maquiavelo.

Ya vorem. 

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